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21 de agosto de 2019

El grito


Esta obra de Munch fue terminada en 1893 por Edvard Muncht, considerado el padre del expresionismo, y la versión más famosa se encuentra en la galeria nacional de Noruega. El origen de esta obra, El grito o la desesperación, como también es conocida, podria encontrarse en la atormentada vida del artista, un hombre educado por un padre severo y rígido que, siendo niño, vio morir a su madre y a una hermana de tuberculosis. En la década de 1890, a Laura, su hermana favorita, le diagnosticaron un trastorno bipolar y fue internada en un psiquiátrico.

Sin embargo el cuadro fue expuesto por primera vez en 1893, formando parte de un conjunto de seis piezas titulado Amor. La idea de Munch era la de representar las distintas fases de un idilio, desde el enamoramiento inicial a una ruptura dramática. El grito representaba la última etapa, envuelta en angustia. 

Considerado un pintor maldito durante el nazismo permitió que su obra no tuviera relevancia y de ese modo permaneció a salvo. Versiones de ella fueron robadas y recuperadas en 1994 y 2004.

En la pintura, bajo un fondo colorido se observa la imagen de una persona tapando sus oidos mientras grita sobre un puente, al fondo dos personas se acercan indiferentes a la imagen principal. 

Luego de la segunda guerra esta pintura se transformó en icónica, siendo usada para expresar la angustia y la ansiedad. 

Aparentemente, la inspiración para este cuadro provino de una tarde en que Edvard Munch paseaba junto con dos amigos por un mirador de la colina Ekeberg, desde donde se podía apreciar el paisaje de Oslo. Escribe Munch en su diario en 1891:

El cuadro La desesperación (1892), previo a El grito, retrata precisamente ese momento. En él, aparece en primer plano un hombre con sombrero de copa de medio lado, en actitud contemplativa, en un escenario similar.


Sin embargo, Munch siguió experimentando, y pintó un nuevo cuadro, con el mismo título, en el que representa a un hombre que muestra el rostro en una actitud más desesperada, en medio de una escena más sombría.

No satisfecho con los cuadros anteriores, Munch siguió pintando, en busca de la que sería su obra maestra. Probó entonces con una figura andrógina, que está de frente y se lleva las manos a la cabeza con una expresión de profunda angustia, que parece emitir (¿u oír?) un grito.

En los años sucesivos, Munch probaría nuevas variantes de este cuadro, y llega a pintar cuatro diferentes versiones. La pintura original sería expuesta en 1893 como parte de un conjunto de seis pinturas titulado Amor, que representaba las distintas fases de un idilio. El grito había sido concebido con la idea de colocarlo en la última etapa, la de la angustia y la desesperación.

Una de las versiones de El grito fue subastada en mayo de 2012 en la ciudad de Nueva York. El ganador de la subasta pagó un precio de 119,9 millones de dólares, lo que supone una de las cifras más altas pagadas por una obra artística a lo largo de la historia.