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21 de septiembre de 2019

Abraham Flexner y la medicina moderna

"CÓMO ROCKEFELLER FUNDÓ LA GRAN INDUSTRIA MÉDICA, Y LIBRÓ UNA GUERRA EN CONTRA DE LAS TERAPIAS NATURALES
." ..Hasta 1920 y a finales de 1920, era normal que en los EEUU en el Sistema de Salud, se utilizaran plantas medicinales, terapias manuales, homeopatía y demás terapias de sanación natural..." Así comienza un texto ampliamente difundido en redes sociales, donde se señala que el poder de la industria farmacéutica surge a partir de la influencia de Rockefeller, como un modo de incrementar las ganancias de la entonces naciente industria del petróleo. Esta historia, como toda historia mal contada, no es más que parte de una mentira, que solo pretende desmerecer la práctica médica actual y ensalzar las llamadas "medicinas alternativas".

Quienes la leen se sienten atraídos por ella, seguramente porque ataca a la industria farmacéutica, un deporte que es bastante común también entre los médicos, sobre todo entre aquellos que promueven un tipo de medicina más natural, o para ser justo, lo que llamamos "terapias alternativas".

Como el dinero que manejan las farmacéuticas es abrumador, dejo que ellas se defiendan de sus negocios y negociados, ya que hay bastante escrito, y trataré de ubicar al texto que circula en su contexto.

Hasta 1910 la educación que recibían los médicos, no solo en Estados Unidos, sino en el mundo, era errática y totalmente dispar entre las distintas Escuelas de Medicina de la época. Lo que implica que los programas de estudio variaban en cada una de ellas, incluso se podía ser médico en algunas universidades con apenas dos semestres de estudios, mientras en otras se necesitaban cinco o seis años, en la mayoría no había prácticas y tampoco existía algún programa de calidad que propusiera un estándar. Por ello no era de extrañar que en la última década del siglo XIX y hasta la Primer Guerra Mundial no menos de 15.000 estadounidenses hicieran su carrera en Europa, la cual era considerado el centro de excelencia médica de la época.

Aún así, en 1893, la John Hopkins University (Baltimore) modificó su sistema de enseñanza a un modelo basado en especialidades médicas, los cuales en general solían corresponderse con una estructura anatómica (gastroenterología, neurología, neumología, etc.), donde internistas y pediatras eran considerados "médicos generales". Y también por la época otra prestigiosa universidad (Harvard) se centraba en los aspectos sociales, más que biológicos, pero también comenzaba a modificar su currícula orientándola hacia las especialidades. Aunque parece ser que por la época esta última Escuela de Medicina no era tan prestigiada, como ya lo era su Escuela de Leyes.

El punto es que un señor, llamado Abraham Flexner, estudió en la primera y quedó impactado con el nivel educativo, y aunque luego también estudió en Harvard la impronta de John Hopkins fue muy fuerte en el. Este detalle de Flexner hubiera sido irrelevante sino hubiera tenido un hermano (Simón Flexner), quien era un conocido virólogo que dirigía el Rockefeller Institute for Medical Research, ahora Universidad Rockefeller en Manhattan; Así fue que a través de Simón el Instituto Carneggie, una sociedad de beneficencia creada por otro millonario, Andrew Carneggie, contrató a Abraham Flexner, a quien, en su calidad de educador (no era médico) se le propuso realizar un informe sobre la educación médica en los Estados Unidos y Canadá.

Esta parte de la historia parece ser relevante, ya que lo más cercano que parece haber estado Abraham Flexner de Rockefeller era el cargo de su hermano Simón, lo cual puede inducir a errores.

Flexner recorre 155 Escuelas de Medicina, y es en 1910 cuando se da a conocer su famoso informe. El informe resalta las virtudes de la Escuela de Medicina de John Hopkins, quien para Flexner "se adaptaba a las condiciones americanas y reunía las mejores características de la educación médica inglesa, francesa y alemana", recordemos que por la época todo lo Europeo era mejor para los Estados Unidos.

Sin duda, y para la época, el informe Flexner era un avance cualitativamente superior en la formación médica de la época, un tiempo en que como corresponde a un período de industrialización, la estandarización y sincronización de las actividades educativas era esencial. Claro que para nuestra mirada actual nos parecen insuficientes los avances. Por fuera de la medicina se dejó a la incipiente psicología que nacía en Europa con Sigmund Freud, y también a todas las incipientes corrientes de la medicina social, pero también es cierto que todavía no lograban conformar un cuerpo de conocimientos estable. Faltarían décadas para que los médicos generales incorporáramos esa mirada integral, que hoy llamamos bio-psico-social. Pero que quede claro, Flexner no la incorporó no porque tuviera una aversión hacia ello, sino porque simplemente no era el paradigma de la época. El paradigma era la especialización, que se basaba también en la idea de la división del trabajo y la fragmentación, otra característica de la primera y segunda revolución industrial. Imagínese usted si esa mirada integral aun hoy es extraña en muchos ámbitos, lo que debe haber sido a principios del Siglo XX.

El escrito del comienzo, y otros que cuentan la historia de Flexner y su informe realzan los vínculos con Rockefeller y una aversión hacia medicinas alternativas, a las que se esfuerzan en llamarlas "medicinas naturales". No hay nada de natural ni en la medicina moderna ni en otras prácticas médicas, ya que lo "natural" en cualquier especie viva es enfermar y morir. Enfatizar una "medicina natural" antes de esa época es defender a una sociedad antigua donde por ejemplo en Argentina, en 1905 la expectativa de vida era de 40 años. Es decir que la medicina moderna, con sus vacunas, sus medicamentos y también con el agua potable, al menos en Argentina ha casi duplicado la expectativa de vida en tan solo un siglo.

¿Qué tiene que ver Rockefeller en esta historia? Nada. Aparte del vínculo del hermano de Flexner, no se encuentra nada. Pero seguramente la imagen de un multimillonario de la industria del petróleo es una figura poderosa a la que algunos deben encontrar "romántico" atacar. No niego que la historia es más linda con Rockefeller adentro, pero no hay datos reales que sustenten este romántico prejuicio. Por otro lado, la única relación entre Rockefeller y la industria farmacéutica es que la mayoría de los medicamentos utilizan derivados sintéticos del petróleo, pero la industria farmacéutica, tal y como la concebimos hoy ni siquiera estaba desarrollada en 1910, tanto es así que se conocía a la aspirina (Bayer), la cocaína (Merck) y prácticamente el resto eran preparados magistrales. Por ende mal podía el informe Flexner promover a la industria farmacéutica. Es cierto que por la época abundaban las medicinas "naturales", pero era porque todavía no se había descubierto la insulina, las hormonas ni mucho menos los antibióticos, ni la otra cantidad de medicamentos que hoy existen en exceso. En tiempos del informe Flexner faltaban aun 35 años para que comenzara a usarse la penicilina.

Pero homeópatas, osteópatas, naturópatas, y otros se inventan la historia de una medicina natural con éxitos que prexistían a la medicina moderna. Ya vimos los éxitos, la expectativa de vida era de 40 años en 1905, cuando cualquier infección era potencialmente mortal. No fue Flexner quien los dejó afuera de la medicina moderna, fue la vocación de esas corrientes de persistir por fuera del método científico.

Y con esto quiero dejar claro que no ha existido ninguna conspiración entre Flexner y los médicos, farmacéuticas, universidades o Rockefeller en aquella época. Solo es un cuento romantizado para los incautos, y que no tiene ningún correlato histórico.

Dentro de las críticas que se hacen al informe Flexner, sin duda la más acertada es la de la visión biologicista, que afortunadamente varias especialidades intentamos revertir desde hace décadas, así como el promover una visión bio-psico-social, y aun espiritual de nuestros pacientes y comunidades.

Decir que la mayoría de los médicos 110 años atrás usaba terapias no farmacológicas es cierto. Pero se debe insistir en que los medicamentos "industriales" eran escasos por la época. No era elección, era destino, nacieron antes de que existieran la excesiva cantidad de medicamentos actuales.

Los médicos generales y de familia seguimos utilizando terapias no farmacológicas, y agregando las farmacológicas cuando entendemos que estas no son suficientes y también tenemos una mirada integral del proceso salud-enfermedad en nuestros pacientes, pero también tenemos una mirada basada en la ciencia y en las mejores evidencias disponibles para solucionar los problemas de los que padecen.

Hablar de la "industria médica" y de "la industria farmacéutica" hace pensar en que nuestros interlocutores (homeópatas, naturistas o lo que fueran) no cobran por sus servicios. No solo cobran sino que suelen ganar más que la mayoría de los médicos que se encuentran con salarios y honorarios precarizados. Existe una "industria de la medicina natural". Pero esta historia tenía que ver con Flexner, con la medicina moderna y algo también con Rockefeller.

Hoy día las modernas Escuelas de Medicina comienzan a tener materias y metodologías de estudio que buscan integrar conocimientos y abandonar la idea dualista de cuerpo-mente, tratando de eludir la fragmentación que arrastramos desde la época de Flexner. Aun así los esfuerzos son lentos y todavía gran parte de los sistemas médicos se resisten a abandonar el modelo médico nacido en las primeras etapas de la era industrial.

La mayoría de las veces una verdad a medias solo es parte de una mentira. Este es otro ejemplo.