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9 de septiembre de 2021

Recomendaciones para vacunacion de influenza

La Academia Americana de Pediatria comunicó las recomendaciones para la vacunación en niños contra influenza en el otoño boreal de 2021. 
La misma está indicada para niños mayores de 6 meses, y adolescentes. 
Las recomendaciones pueden encontrarse aqui, mientras que el reporte técnico se publica aqui
Se debe recordar también que las últimas recomendaciones en vacunación en Estados Unidos establecen que en caso de tener que vacunarse para Covid-19, no hay ninguna contraindicación en dar ambas vacunas en forma simultánea
El CDC también hizo sus recomendaciones. 
La Asociación Española de Pediatria ya habia comunicado esto hace unos meses desde su página
El Ministerio de Sanidad de España también ha comunicado sus recomendaciones para 2021-2022 en su página. Recordando que "en la temporada 2019-2020 la vacunación evitó el 26% de las hospitalizaciones, el 40% de los ingresos en UCI y el 37% de las defunciones atribuibles a la gripe en las personas de 65 años de edad y mayores".
En la mayor parte de la población de adultos mayores que se han preocupado por vacunarse este año para Covid-19 seria recomendable que también se vacunen para gripe, ya que tras cada ola que se supera vuelven a aparecer los virus habituales.  
En un preprint se observó que aquellos que se habian inmunizado para influenza tenian también un riesgo menor de padecer Covid-19. Probablemente se trate de algún mecanismo inmunitario cruzado sobre el que se espera tener mayor información en el futuro. 
En pacientes que han sufrido un infarto agudo de miocardio se ha demostrado una disminución de la mortalidad a 12 meses. (2)
La vacunación en adultos sanos sigue siendo controvertida, por la baja eficacia, lo que explica también los bajos indices de prescripción en la población general. Una de las razones que podria explicar esto es la variación anual que hay entre los tipos de virus circulantes, donde las vacunas parecen no siempre acertar.
La vacunación en adultos sanos reduce el riesgo de infección de 2,3% a 0,9%, o sea un 60%, y se necesitan 71 vacunados para prevenir un caso, lo que es un buen rendimiento para una intervención preventiva (número necesario a vacunar o NNV). Pero la efectividad para disminuir los casos graves es modesta, llevando la incidencia de 14,7% en no vacunados a 14,1% en vacunados, sin que la diferencia sea estadísticamente significativa. (1) 
Ensayos controlados aleatorios (ECA) o cuasialeatorios que comparan las vacunas contra la influenza con placebo o ninguna intervención en la influenza natural en individuos sanos de 16 a 65 años. Las versiones anteriores de esta revisión incluían estudios observacionales comparativos que evaluaban estudios de cohortes y de casos y controles de daños graves y raros. Debido a la calidad incierta de los estudios observacionales (es decir, no aleatorios) y su falta de influencia en las conclusiones de la revisión, se decidió actualizar solo la evidencia aleatoria. Las búsquedas de estudios comparativos observacionales ya no se actualizan.
Incluimos 52 ensayos clínicos de más de 80.000 personas que evaluaron la seguridad y eficacia de las vacunas contra la influenza. Hemos presentado los resultados de 25 estudios que comparan la vacuna antigripal parenteral inactivada con placebo o grupos de control que no hacen nada como los más relevantes para la toma de decisiones. Los estudios se realizaron durante temporadas únicas de influenza en América del Norte, América del Sur y Europa entre 1969 y 2009. No consideramos los estudios con alto riesgo de sesgo para influir en los resultados de nuestros resultados, excepto en la hospitalización. Las vacunas contra la influenza inactivadas probablemente reducen la influenza en adultos sanos del 2,3% sin vacunación al 0,9% (cociente de riesgos (CR) 0,41; intervalo de confianza (IC) del 95%: 0,36 a 0,47; 71 221 participantes; evidencia de certeza moderada), y probablemente reducen las ETI del 21,5% al ​​18,1% ( RR 0,84; IC del 95%: 0,75 a 0,95; 25795 participantes; evidencia de certeza moderada; 71 adultos sanos deben vacunarse para evitar que uno de ellos padezca influenza y 29 adultos sanos deben vacunarse para evitar que uno de ellos experimente una ETI) . La diferencia entre los dos valores necesarios para vacunar (NNV) depende de la incidencia diferente de ILI e influenza confirmada entre las poblaciones de estudio. La vacunación puede dar lugar a una pequeña reducción del riesgo de hospitalización en adultos sanos, del 14,7% al 14,1%, pero el IC es amplio y no descarta un gran beneficio (RR 0,96; IC del 95%: 0,85 a 1,08; 11924 participantes; evidencia de certeza baja). Las vacunas pueden dar lugar a una reducción pequeña o nula de los días de baja laboral (-0,04 días; IC del 95%: -0,14 días a 0,06; evidencia de certeza baja). Las vacunas inactivadas provocan un aumento de la fiebre del 1,5% al ​​2,3%. Identificamos un ECA y un ensayo clínico controlado que evalúa los efectos de la vacunación en mujeres embarazadas. La eficacia de la vacuna inactivada que contiene pH1N1 contra la influenza fue del 50% (IC del 95% del 14% al 71%) en las madres (NNV 55) y del 49% (IC del 95% del 12% al 70%) en los lactantes de hasta 24 semanas (NNV 56). No hubo datos disponibles sobre la eficacia contra la influenza estacional durante el embarazo. La evidencia de los estudios observacionales mostró que la efectividad de las vacunas contra la influenza contra las enfermedades de la gripe aviar en mujeres embarazadas es del 24% (IC del 95% del 11% al 36%, NNV 94) y contra la influenza en los recién nacidos de mujeres vacunadas del 41% (IC del 95%: 6%). a 63%, NNV 27). Las vacunas vivas en aerosol tienen una eficacia general correspondiente a un NNV de 46. El rendimiento de las vacunas pandémicas de virión completo de 1968 a 1969 de una o dos dosis fue mayor (NNV 16) contra las ETI y (NNV 35) contra la influenza. Hubo un impacto limitado en las hospitalizaciones en la pandemia de 1968 a 1969 (NNV 94). La administración de vacunas estacionales y pandémicas de 2009 durante el embarazo no tuvo un efecto significativo sobre el aborto o la muerte neonatal, pero esto se basó en conjuntos de datos de observación.
Los adultos sanos que reciben la vacuna antigripal parenteral inactivada en lugar de ninguna vacuna probablemente experimenten menos influenza, desde un poco más del 2% hasta un poco menos del 1% (evidencia de certeza moderada). También es probable que experimenten menos ETI después de la vacunación, pero el grado de beneficio cuando se expresó en términos absolutos varió entre los diferentes entornos. La variación en la protección contra ILI puede deberse en parte a una clasificación de síntomas inconsistente. La certeza de la evidencia de las pequeñas reducciones en las hospitalizaciones y el tiempo fuera del trabajo es baja. La protección contra la influenza y las enfermedades similares a las enfermedades infecciosas en las madres y los recién nacidos fue menor que los efectos observados en otras poblaciones consideradas en esta revisión. Las vacunas aumentan el riesgo de una serie de eventos adversos, incluido un pequeño aumento de la fiebre, pero las tasas de náuseas y vómitos son inciertas. El efecto protector de la vacunación en mujeres embarazadas y recién nacidos también es muy modesto. No se encontraron pruebas de una asociación entre la vacunación contra la influenza y los eventos adversos graves en los estudios comparativos considerados en esta revisión. Quince ECA incluidos fueron financiados por la industria (29%).
Otra razón que podría explicar las bajas tasas de prescripción resulta de que todos hemos aprendido a convivir en forma endémica con el virus, y las complicaciones en general bacterianas suelen tener un tratamiento antibiótico temprano y eficaz, por lo que la mortalidad resultaría ser más baja de lo que siempre se ha dicho. Esto fue lo observado también en la "pandemia" de 2009, donde hubo una gran circulación del virus de influenza y los países prácticamente no registraron un exceso de mortalidad. 
Se incluyeron seis ECA publicados con un total de 9001 pacientes (edad media, 65,5 años; 42,5% mujeres; 52,3% con antecedentes cardíacos). En general, la vacuna contra la influenza se asoció con un menor riesgo de eventos cardiovasculares compuestos (3,6 % frente a 5,4 %; RR, 0,66; IC del 95 %, 0,53-0,83; P  < 0,001). Se detectó una interacción de tratamiento entre pacientes con SCA reciente (RR, 0,55; IC 95 %, 0,41-0,75) y sin SCA reciente (RR, 1,00; IC 95 %, 0,68-1,47) ( P para interacción = 0,02). Para la mortalidad cardiovascular, también se detectó una interacción del tratamiento entre pacientes con SCA reciente (RR, 0,44; IC 95 %, 0,23-0,85) y sin SCA reciente (RR, 1,45; IC 95 %, 0,84-2,50) ( Ppara la interacción = 0,006), mientras que el 1,7 % de los que recibieron la vacuna murieron por causas cardiovasculares en comparación con el 2,5 % de los que recibieron placebo o control (RR, 0,74; IC del 95 %, 0,42-1,30; P  = 0,29).
Referencias
1.  Demicheli V, Jefferson T, Ferroni E, Rivetti A, Di Pietrantonj C. Vaccines for preventing influenza in healthy adults. Cochrane Database Syst Rev. 2018 Feb 1;2(2):CD001269. doi: 10.1002/14651858.CD001269.pub6. PMID: 29388196; PMCID: PMC6491184. [Pubmed]
2. Fröbert O, Götberg M, Erlinge D, Akhtar Z, Christiansen EH, MacIntyre CR, Oldroyd KG, Motovska Z, Erglis A, Moer R, Hlinomaz O, Jakobsen L, Engstrøm T, Jensen LO, Fallesen CO, Jensen SE, Angerås O, Calais F, Kåregren A, Lauermann J, Mokhtari A, Nilsson J, Persson J, Stalby P, Islam AKMM, Rahman A, Malik F, Choudhury S, Collier T, Pocock SJ, Pernow J. Influenza Vaccination After Myocardial Infarction: A Randomized, Double-Blind, Placebo-Controlled, Multicenter Trial. Circulation. 2021 Nov 2;144(18):1476-1484. doi: 10.1161/CIRCULATIONAHA.121.057042. Epub 2021 Aug 30. PMID: 34459211. [Pubmed] [Traducción]
Behrouzi B, Bhatt DL, Cannon CP, et al. Association of Influenza Vaccination With Cardiovascular RiskA Meta-analysis. JAMA Netw Open. 2022;5(4):e228873. doi:10.1001/jamanetworkopen.2022.8873


1 de diciembre de 2011

Gripe A

A más de un año de que se comunicaran los primeros casos en México, el periódico El Mundo publicaba un análisis de Antoni Trilla, en el que afirmaba que retrospectivamente no hacia falta tanta alarma.
Los primeros casos difundidos fueron reportados en México en Abril del 2009, aunque luego se sabria que ya había 3 casos al menos en California, extendiéndose rapidamente la epidemia al hemisferio austral quien comenzaba el otoño. En Argentina se reportarian los primeros casos en Mayo de ese año. En Junio la OMS declaró la pandemia, basado en una definición que no tiene en cuenta la gravedad.
Recibió múltiples nombres, al principio fue llamada gripe Mexicana y luego gripe porcina, por haberse detectado su paso desde una granja de cerdos a humanos, para posteriormente ser llamada "gripe nueva" en España, o "gripe A" en Argentina, y la OMS lo llamó "gripe pandémica".
El pico de la epidemia en Argentina se alcanzó a principios del invierno austral, a fines de Junio, y para Julio la cantidad de muertos era apenas superior a 200 y al año se contabilizaron 687, lejos de los 3 mil muertes que anualmente se adjudicaban a la gripe estacional, aunque la cantidad de consultas se multiplico por cinco. El nivel de alarma fue sin duda desproporcionado, y alimentado por los medios de comunicación que hicieron de cada muerte un espectáculo.  Para tener una idea de la magnitud en Argentina se reportaron el 2009: 7.885 muertes en accidentes de tránsito, y en 2010 7.659 muertes.
Esta gripe tuvo gran morbilidad en niños y adolescentes, y el pico de la epidemia en el hemisferio sur fue en el invierno del 2009 y sin vacunas. Ya en el hemisferio norte las vacunas para el otoño boreal estaban disponibles y la vacunación fue dispar, a punto tal que paises como Polonia no vacunaron tempranamente a su población y solo tuvieron una caída más lenta del número de casos.  
Todo lo que opinamos entonces estaba en un blog ahora desaparecido de las redes, una opinión igual a la que hoy sostenemos, aunque en el momento que lo escribimos no teniamos las evidencias que hoy tenemos. Sin duda no hubo exceso de mortalidad. Y lo más peligroso que tuvo la pandemia fue el nivel de desinformación, tanto de quienes proclamaban su peligrosidad, como los de aquellos que también la soslayaban, pero desde distintas teorias conspirativas. Y el motivo de esta publicación es revisar en que pudimos equivocarnos o no, simplemente para no cometer iguales errores, lo que no es poco.
Uno de los más grandes errores de la OMS fue posiblemente declarar una pandemia con tan pocos datos, lo que sin duda minó su prestigio dentro de una parte del personal sanitario.
El temor inicial estaba justificado ya que se trataba de un virus muy parecido al de la gripe española de 1918 (ambos H1N1) y que se asegura circulo al menos hasta 1957, cuando fue reemplazado por otro virus de gripe (gripe asiática H2N2). 
Para tener una idea de la mortalidad basta decir que en la primera guerra mundial se estima murieron 10 millones de personas, y por la gripe española entre 2 y 4 veces más. Sin duda el contexto de un mundo devastado por la miseria y la guerra, y lo que no había sido destruido tampoco reunía las condiciones sanitarias que existen actualmente, ayudaron a que la mortalidad fuera mayor. 
La tasa de ataque fue mayor en niños y jóvenes, atribuido esto a que los nacidos antes de 1958 probablemente tenían algún tipo de inmunidad natural. Aunque en 1918 también había sido esta la población más susceptible. Esto si la diferenció de la gripe estacional que anualmente atacaba a mayores de 65 años y con factores de riesgo asociados. 
No hubo ninguna diferencia clínica entre la nueva gripe y las gripes estacionales. Y quizás las mayores diferencias se dieron en la respuesta de la sociedad y de los médicos. Abundaron las teorías conspirativas, las amenazas de que se podría llegar a 10 millones de muertos, y también las fiestas de gripe A con el que muchos padres llevaban a contagiar a sus hijos para que desarrollaran inmunidad natural. Aunque la tendencia general fue de mucho miedo, por el cual algunos blogs sanitarios nos  agrupamos para transmitir un poco de calma, supongo que no lo logramos ya que la presión de los grandes medios de comunicación seguramente es mayor que la de un grupo de sitios de salud. 
También se discutió apasionadamente sobre la eficacia del oseltamivir (Tamiflú) y zanamivir (Relenza), llegando dos laboratorios a no brindar la evidencia requerida a Colaboración Cochrane. También hubo muchas dudas iniciales con las vacunación, sobre su seguridad y eficacia, ya que hasta ese momento en muchos países solo se vacunaba contra influenza a niños y adolescentes con comorbilidades, y a partir del 2009 esta indicación se amplió a todos los niños, adolescentes, embarazadas y adultos mayores de 65 años. Afortunadamente ambas dudas, seguridad y eficacia, fueron disipadas tempranamente con evidencia, aunque también podrían reformularse las indicaciones.
Desconocemos cuales son las tasas efectivas de vacunación actuales, aunque teniendo en cuenta lo que sucede con otras vacunas, seguramente en niños las mismas sean también altas. 

Algunas publicaciones escritas en la época:

Imágen: Mónica Lalanda

https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20220511/confirman-ultimo-gran-secreto-gripe-madre-actual/671433272_0.html